Discutir en pareja es normal. Todos lo hacemos de vez en cuando. Pero ten cuidado. La discusión sobre un tema sin importancia puede crecer hasta convertirse en un problema de dimensiones colosales. Es uno de los temas fundamentales de mi libro La última oportunidad. Muchas parejas terminan su relación porque nunca aprendieron las reglas básicas para pelear. Son éstas:
1. Queda prohibido hacer partícipes a otros, o discutir en presencia de alguien más. Si el problema es entre tú y yo, lo arreglamos tú y yo.
Involucrar a terceros como testigos nos hará, sin darnos cuenta, tratar de mantener cierta imagen, y eso bloqueara la sencillez y la humildad indispensable para llegar a un acuerdo. Únicamente si están a solas tú y tu pareja podrán pedirse perdón, verse a la cara y hablarse con el corazón. Así que eviten estallar en discusiones si hay alguien presente. Esperen el momento adecuado, sepárense del mundo y hablen en privado.
2. Queda prohibido tener actitudes extremas. Si pierdes el control, deberás alejarte, posponer la discusión, pero nunca ofender o protagonizar escenas violentas.
En una discusión no digas majaderías, no grites, no golpees cosas, no rompas objetos, no azotes puertas, no amenaces, no ofendas a los seres queridos de tu pareja. Por causa de una discusión no te emborraches, no cometas adulterio ni hagas algo que corrompa tu integridad. Las actitudes extremas eclipsan el problema original y te hacen una persona desconfiable. Cancela cualquier tipo de agresión o maltrato. Si vas a discutir, hazlo con serenidad e inteligencia.
3. Queda prohibido decir frases terminales como “nos vamos a divorciar” “me largo”, o “voy a irme con otro o con otra”. El amor y la lealtad son conceptos no negociables.
En las relaciones duraderas hay algo intocable que jamás entra a la mesa de discusión: el amor. Ustedes podrán negociar cualquier cosa, discutir para resolver sus diferencias, pero protegiendo a toda costa su unión. Si amenazas con frases terminales, ocasionarás que una discusión insignificante se vuelva peligrosamente destructiva.
4. Elijan un solo tema y agótenlo antes de pasar a otro. Discutan una cosa a la vez. No digan “tú siempre” o “tú nunca”.
Pongan sobre la mesa un solo asunto; el que los haya hecho enojar; no se reclamen temas diferentes, ni relacionen un tema con otro haciendo que la discusión se vuelva un laberinto. No compliquen un problema específico añadiéndole anécdotas o reclamos pasados. Al discutir hablen de una sola cosa. Jamás traten de generalizar diciendo “tú siempre (o nunca), haces esto”. Aborden el tema concreto y prohíbanse los reclamos que incluyan las palabras “siempre” y “nunca”.
5. Queda prohibido quedarse con cuentas pendientes.
Si algo te molesta, háblalo en el momento. Si no te molesta lo suficiente como para discutirlo cuando el tema es actual, entonces olvídalo para siempre y no lo guardes en tu lista de cuentas pendientes. Las parejas sanas no tienen cuentas pendientes. Están al día en sus temas de charlas, discusiones y acuerdos. Se comunican mucho.
Amigo lector, recuerda que dos personas que tuvieron la afinidad de unirse, pueden allanar cualquier diferencia si se lo proponen. Te invito a profundizar más sobre este tema en mi libro La última oportunidad, porque el matrimonio y el amor de pareja, valen la pena.