¿Por qué a algunos individuos y negocios les va siempre bien mientras a otros parece que las crisis los persiguen? Para comenzar a responder esta interrogante daré un ejemplo.
¿Has jugado un deporte de raqueta? Cuando la pelota viene hacia ti, debes pegarle en el momento preciso (timing exacto). Hacerlo ligeramente antes de lo debido (timing adelantado causa de tu irritación o ansiedad) ocasionará que la trayectoria de devolución sea desviada y pierdas puntos. También puede sucederte al revés. Pegarle a la bola un poco tarde (timing atrasado, a causa de tu agotamiento o porque te cueste trabajo llegar), la trayectoria también será incorrecta y perderás terreno frente a tu rival.
Ahora te pondré otro ejemplo, más concreto y personal. Ayer estaba escribiendo. Tenía una cita de trabajo al otro lado de la ciudad a la una de la tarde. Puse una alarma que sonó a las doce. Tiempo suficiente para arreglarme y trasladarme. Dejé el capítulo a la mitad y me levanté de mala gana. Odio ser interrumpido cuando escribo. Incluso por mí mismo.
En la ciudad donde vivo hay una autopista conectada a un puente que cambia para dar servicio durante las horas pico. El puente está abierto de norte a sur toda la mañana, hasta las doce treinta; luego permanece cerrado dos horas y vuelve a abrirse en sentido opuesto por el resto de la tarde. Me bañé y me vestí despacio. Luego subí al auto para ir a la cita y manejé distraído. Iba con timing atrasado, porque me quedé en el pasado, rumiando frases y conceptos del libro. Cuando llegué al puente lo acababan de cerrar. ¡Eran las doce treinta y uno! Un minuto de retraso me costó cuarenta y cinco minutos más, pues tuve que transitar por callecitas llenas de semáforos.
Como llegué tarde, las personas de mi cita estaban molestas. Esperar a un impuntual ofende, así que perdí capacidad de negociación. ¡Siempre sucede! Quien llega tarde a una cita se siente obligado a compensar su demora siendo más flexible y cediendo a favor del ofendido, y en el mundo de los negocios eso significa menos ganancias.
De regreso a mi casa, la sangre me hervía de irritación. Iba con timing adelantado, quería recuperar el tiempo (como si eso fuera posible) y pisé el acelerador. Llegué al puente a las dos veintinueve; un minuto temprano, antes de que abrieran la compuerta. Los policías, mal encarados, me obligaron circular hacia las callecitas llenas de semáforos. Así me metí en el tráfico y perdí otros cuarenta y cinco minutos. En ambos casos hice lo que no se debe. Un minuto tarde y uno temprano. Es el estigma de todo aquel que ve pasar las oportunidades frente a él… y les dice adiós.
En la vida personal y profesional es indispensable hacer las cosas en el momento en que deben hacerse. Ni antes ni después. Obrar así explica en gran parte el éxito de algunas empresas e individuos. Y el fracaso de la mayoría. Los seres humanos, por naturaleza, necesitamos generar un ritmo armónico para alcanzar nuestras metas y llevar una vida satisfactoria.
Puedes realizar tus actividades fuera de tiempo (timing adelantado o timing atrasado) y perder en los terrenos personal, profesional y de negocios; o puedes conseguir un ritmo adecuado mediante un timing exacto y construir una cadena de éxitos, un círculo virtuoso. Es tu elección.