La fiesta era en un garaje. Llegué tarde. El espacio al centro había sido despejado; alrededor, mis compañeros estaban sentados sobre las mesas. Algunos me saludaron con malicia y rieron.
De repente, apareció un enorme perro enloquecido que comenzó a dar vueltas buscando a quién atacar. Me encontró a mí. Quise alejarlo moviendo las manos. Todos se rieron. La fiera, ladrando, se
lanzó tratando de morderme un pie. Di una leve patada. Mis movimientos debieron parecer muy graciosos, porque los espectadores volvieron a reír. El perro me arrinconó. Babeaba.
Pensé que tenía rabia. Me atacó de nuevo. Esta vez mordió mi zapato y se negó a soltarlo. Quise sacudírmelo, pero el terror me paralizó. Me oriné. Las carcajadas me abrumaron. Alguien gritó.
—Cálmate. ¡Es un juego! El perro está educado. Sólo muerde los zapatos.
Pero yo me había horrorizado. Mi mente no alcanzaba a comprender lo que ocurría. Al lado de mí, había una silla. La tomé con ambas manos y la dejé caer sobre el animal.
El perro chilló y me soltó. Hubo exclamaciones de enojo. Volví a golpearlo con la silla y entonces la fiera se olvidó del juego que le habían enseñado y se abalanzó a mi cara. Interpuse el brazo y me encogí. Comenzó a morderme todo el cuerpo. Sentí sus colmillos penetrar en mi costado, mis piernas, mi espalda, mi oreja…
Sangre de Campeón es un libro intenso. Cuenta la historia de un joven que aprendió de la forma más dura a elegir a sus amigos.

¿No te ha sucedido que a veces las circunstancias te orillan a convivir con personas que no te aportan nada bueno?
¿Alguna vez has sentido la presión de participar en reuniones o actividades que te desagradan? ¿Lo has hecho por conveniencia?
¿O por temor al rechazo?
Tú, como el protagonista de este libro, tienes Sangre de Campeón, y debes saber que las decisiones más importantes de tu vida tienen que ver con personas: Quiénes serán tus amigos. No te equivoques.
El vicioso, siempre te llevará por mal camino, el tramposo te obligará a mentir, el grosero te enseñará a maldecir y el que habla mal de otros, hablará mal de ti.
¡Cultiva sólo amigos que no tengan vicios, que no digan mentiras ni hagan trampas, que no hablen mal de otros ni creen conflictos, que no sean groseros o agresivos!
Felipe, el personaje de Sangre de Campeón terminó con la ropa desgarrada y muchas heridas profundas. Temblando de miedo y llorando de dolor. Tuvo que ser auxiliado. Supo que se había equivocado de fiesta. Y de amigos. Y que nunca es tarde para rectificar.