Posible futuro yerno: voy a decir algo muy fuerte. Ha llegado el momento de abordar un tema muy incómodo de tratar entre un hombre y aquel que será el esposo de su hija. Sin embargo, como tú pasaste a formar parte de la familia, desde antes de que yo supiera del romance entre ustedes, te hablaré como si fueras un hijo. Éste es un campo donde muchas parejas fracasan, como sucedió a unos conocidos míos, a quienes cambiaré los nombres por razones obvias.
“Juan” y “Leticia” comenzaron su matrimonio llenos de ilusiones. Convencidos de que estarían unidos toda la vida. Él trabajaba de sol a sol, y ella desempeñaba sus tareas normalmente, pero poco a poco la rutina los fue envolviendo. Nunca pensaron que el sexo se convirtiera en un verdadero problema.
Leticia vivía totalmente insatisfecha, sin sentirse amada ni apreciada. ¿Cómo sucedió esto? Cada noche, ambos llegaban a la cama exhaustos, después de volver del trabajo, cenar, acostar a los niños, hacer presupuestos, ver televisión, y finalmente no les quedaban más que migajas ridículas de tiempo para la intimidad.
Juan, estresado por ese tren de vida, comenzó a usar a su esposa como un objeto. No había caricias ni juegos previos. Él llegaba al clímax cuando ella apenas comenzaba a excitarse. El deseo de Leticia iba apenas en aumento cuando su marido ya había quedado fuera de combate. Después, Juan se echaba a un lado para roncar como una morsa, y esos minutos le servían a Leticia para repasar mentalmente lo desdichada que era en ese matrimonio. Ésta es la curva disfuncional, según el análisis que realizaron Mastesrs y Johnson, él un médico y ella una psicóloga.
Esto, por desgracia, es más común de lo que parece. Existe otra dinámica, en la que caen la mayoría de las parejas: No es tan desastrosa como ésta, pero tampoco es la ideal, y a la larga puede causar serios daños en el matrimonio.
Por fortuna, Leticia y Juan acudieron a un asesor, quien les dio valiosa información para rescatar esa parte tan importante de la vida en pareja. Le hizo ver a Juan que un hombre verdadero aprende a entender a su esposa, porque hombres y mujeres somos muy distintos en la intimidad.
El hombre debe preparar a la mujer mediante caricias y juegos, y posteriormente, si es inteligente, evitará llegar al clímax, usando todas las técnicas que san necesarias. El primer orgasmo femenino será siempre el más difícil, y a partir de ahí, el hombre deberá hacer una pequeña pausa y retomar la acción para llevarla al segundo orgasmo. Después de otra pausa, deberá continuar una y otra y otra vez… hasta que ella diga ¡basta!
El sexo satisfactorio, lleno de comunicación y romanticismo, es una parte fundamental del matrimonio exitoso. El hombre inteligente buscará información verídica, y preguntará a su esposa qué le gusta y qué no. Sólo si los esposos dan toda su importancia a este acto, conseguirán la plenitud.
Leticia y Juan llevan ahora una vida totalmente distinta: su comunicación ha mejorado en lo sexual, y en consecuencia, en otras áreas de su vida matrimonial. Ambos se sienten amados, apreciados y satisfechos, pero saben que no deben bajar la guardia.

¿Serás buen amante en la intimidad? Ésta es una de las preguntas cruciales que planteo en mi nuevo libro Si quieres casarte con mi hija, debemos hablar. En él explico detalladamente 12 temas indispensables para la pareja, pero que se pueden aplicar a cualquier otro ámbito d la vida cotidiana: trabajo, relaciones familiares, empresa… Los invito a leerlo.