Te tengo una mala noticia. Tu noviazgo se va a terminar.
El noviazgo es un acuerdo temporal de exclusividad afectiva. No dura toda la vida. En algunas ocasiones termina en matrimonio. En otras, la mayoría, simplemente termina.
Lo importante del noviazgo es que nos da buenos recuerdos, crecimiento y experiencias que nos ayudan a ser mejores personas.
Tenemos novio o novia para aprender a amar. Pero a veces ocurre todo lo contrario.
Un noviazgo es una relación viva; puede crecer y hacernos más fuertes, o por el contrario, enfermar y hacernos sufrir.
El noviazgo muestra síntomas de enfermedad, en tres casos:

1. Cuando ocurre absolutismo.
El absolutismo es una disfunción muy común: los síntomas evidentes ocurren cuando tu novio o novia se convierte en todo (absolutamente todo) para ti. Cuando interpretas cada acontecimiento en función de él o ella. Cuando experimentas un temor obsesivo a perderlo(a), tu mente sólo se centra en esa relación y te vuelves una persona posesiva y celosa. Las parejas que sufren absolutismo no pueden estar separadas ni un minuto; la distancia las pone nerviosas; se llaman por teléfono, se envían mensajes continuamente; no hacen nada sin que el otro lo sepa o participe. A la larga se sienten prisioneros, perseguidos, asfixiados. Pierden independencia y espacio íntimo. Tarde o temprano se ahogan, matan la relación y sufren heridas emocionales.
Recuerda: la relación de pareja es parte de tu vida pero no es tu vida. Te complementa, mas no te define. El absolutismo es un problema que roba identidad y libertad.

2. Cuando ocurre premura sexual.
La premura sexual es prisa enfermiza por tener acercamiento erótico.
¿Por qué es peligroso? Porque el noviazgo constructivo está regido por mente y corazón. No por hormonas. Claro que en la relación de pareja, los cuerpos también opinan. Tienen instintos, deseos y reacciones. Incluso dos personas que no se conocen podrían tocarse, acariciarse, abrazarse, besarse ¡y convertirse en “amantes”, sin que haya entre ellos amor! Sin que los guíe más que un deseo animal por tener relaciones sexuales (el mismo deseo que puede sentir un caballo por aparearse con una yegua o un gallo con una gallina). Pero tú eres más que eso y tu relación de noviazgo tiene objetivos integrales. No permitas que tu cerebro y el de tu pareja se desconecten sólo para practicar escarceos físicos. Dos personas muy excitadas no piensan y se vuelven vulnerables. Controlen y manejen con inteligencia el deseo sexual, para que su noviazgo no enferme y muera por esta causa, dejándolos profundamente decepcionados.

3. Cuando ocurre Idealización. Idealizar es imaginar que tu novio o novia (a quien ni siquiera conoces bien) tiene cualidades extraordinarias.
Dicen que el amor es ciego. ¡Mentira! La idealización lo es. El problema clave aquí es tu imaginación. Si estás idealizando, te enamoras del amor; amas a una persona físicamente atractiva y supones que posee cualidades espirituales superiores. Cuando idealizas, pierdes la cabeza y eres capaz de hacer locuras por alguien que tal vez no te valora ni vale la pena. La idealización te impide ver los defectos del otro y te hace tolerar maltratos, infidelidades o desprecios, creyendo que todo está bajo control, o que la otra persona va a cambiar. El enamoramiento por idealización es la principal causa de dolor y depresión en las parejas.

Si estás en alguna de estas situaciones, pon un alto y recupera el control de tu vida. Un noviazgo constructivo se basa en ser excelentes amigos, tener contacto cariñoso, ayudarse mutuamente a crecer, respetarse y ser fieles.
¡Éste es un tema crucial para las parejas jóvenes! Lo puedes hallar más ampliamente en mi libro El amor se hace. Por favor, léelo.