Alí Haffed tenía una enorme granja cerca del Río Indo en la que vivía cómodamente con su familia. El hombre, aunque era rico, sentía que su existencia carecía de sentido. Estaba aburrido de su esposa e hijos.
Un día, cierto viajero le mostró un diamante y le dijo cuánto valía. Haffed, obsesionado con la idea de poseer piedras preciosas como ésa y tener más riqueza, vendió la granja, dejó a su familia con un vecino y salió a buscar diamantes: se gastó toda su fortuna en la exploración de tierras remotas. Después de varios años, ya en la miseria, volvió a su vieja granja con el anhelo de rehacer la vida que perdió. Pero sus hijos y esposa se habían mudado.
Cuenta la leyenda que, este hombre, desalentado y fracasado, se adentró en el mar y nadó hacia mar abierto en la oscuridad de la noche. Nunca más se supo de él.
Lo más interesante sucedió después. El hombre que compró la granja de Alí Haffed, una mañana, dando de beber a sus camellos en el arroyo que pasaba por la finca, vio una piedra negra que emitía un destello de luz; la limpió y descubó un cristal precioso; escarbó en las aguas del riachuelo y casi a flor de piso halló gemas aún más hermosas y grandes. De esa forma y en ese preciso lugar descubrió el yacimiento de diamantes más grande del mundo: la mina Golconda. Se dice que muchas joyas maravillosas se han hallado justo bajo la granja despreciada por un hombre potencialmente millonario que no quiso luchar por cuanto ya le pertenecía.
Querido lector. Lo invito a mirar hacia el interior de su casa. ¿Ha sentido que algo no está bien en su familia? Todas las relaciones pasan por etapas difíciles. Si cree que se casó con la persona equivocada, o que ya no hay solución para sus conflictos, piense antes de tomar una decisión de separación. El matrimonio, como cualquier empresa o proyecto importante, requiere trabajo, tiempo y entrega. El amor no puede “sentirse” a menos que se “luche” por él como si fuera el negocio más importante de la vida.
Quizá usted esté viviendo sobre una mina de diamantes y no se ha dado cuenta. Para hallar la riqueza que anhela, solo necesita quedarse ahí. A trabajar. A luchar por lo que le pertenece. ¡Ame a su esposa o esposo! ¡Cuide su hogar! El amor real no se aprende con suspiros o poesías, porque el amor no es un simple sentimiento, es una decisión. No sirve de nada proclamarlo con llanto o con vehementes “te amo”. La única forma de crecer en el amor es el servicio: ayudando a su pareja en sus tareas, cuidándola de manera cariñosa en sus enfermedades, estando a su lado en los momentos de crisis, abrazándola en silencio cuando hay problemas. El verdadero amor no tiene precio, no puede comprarse con nada, pero usted lo puede brindar gratis. Abrace a su cónyuge con entrega y cariño consciente, y juntos enfrenten el compromiso que la vida les está pidiendo HOY.